La oruga

Dicen que después de la tormenta siempre viene la calma y recordemos que un mar en calma no hace experto a un marinero, así supo la oruga que sería su vida desde su primer día, a veces en calma y otros de tormenta. Cuando salió del huevo no había nadie que le enseñara o le diera herramientas para sobrevivir, la oruga con toda su inocencia e ingenuidad comenzó a dar sus primeros pasos, en la tierra mojada por la tormenta o en alguna hoja verde de una planta, le gustaba sentir el aire en su rostro y estar en el filo de la hoja aun sabiendo que podía caer pero eso mismo le hacía sentir su fuerza para equilibrar su cuerpo.

Así pasaron días, semanas y meses donde no conocía a nadie, no sabía de más personajes en el mundo, sólo conocía el cielo, el viento, las hojas, la lluvia y curiosamente aprendió de cada una de ellas, sonreía cuando veía las nubes, sentía que volaba con el aire o se refugiaba en las hojas de la lluvia.


Un día decidió aventurarse más allá del hoyo donde pasaba sus días y se sorprendió de los personajes que había, arañas, pájaros, catarinas, hormigas, mariposas. Y se detuvo a observarlas, algunos la recibían con los brazos abiertos y eran amables la invitaban a entrar en su grupo, sin embargo, otros la rechazaban.  La oruga en ocasiones se le hacía fácil coincidir con alguien pero otras veces le costaba trabajo integrarse, se preguntaba ¿por qué no todos me aceptan y por qué no todos me caen bien?


Una noche platicó con la catarina y le preguntó:

  • ¿Por qué no puedo ser feliz con todos?

La catarina le respondió muy seria, afinando su voz para que pudiera tener su atención:

  • Porque el mundo es variable, todos somos diferentes no todos tienen la misma forma de pensar 

  • ¿Y  qué pasa con las cosas malas que me pasan? infirió la oruga.

  • No todo será bueno siempre, deberás aprender de miles de situaciones para crecer. Pero aun eres pequeña y no pienses tanto en el futuro, ve un día tras día.


La oruga pensó esto toda la noche, regresó a su hoyo y aunque había sido un gran día porque había conocido mucho del mundo y de sus personajes, comenzó a sentirse mal y triste. Le contrariaba el querer conocer más y más pero no saber por dónde comenzar, sentía que a comparación de los demás no sabía nada de la vida. Cuando amaneció la oruga no podía caminar, no quería moverse, veía el cielo y las nubes brillantes pero ella estaba sola y pensando que solo pasaba el tiempo sin hacer nada.


En eso estaba cuando escuchó una voz grave que la saludaba desde arriba, era una hormiga, le saludó y le preguntó si tenía un cubito de azúcar o algo dulce porque tenía que llevar algo a su equipo.

La oruga le contestó enojada ¿Qué no ves que no puedo moverme?.

La hormiga comentó: No sabía que no podías moverte, solo vine a saludar y preguntar si tienes un poco de dulce que pueda llevar a mi equipo. ¿Por qué no puedes moverte?

  • Me cuesta trabajo moverme. Dijo la oruga.

  • ¿Por qué? ¿Qué puedo hacer para que te muevas? ¿Te ayudo?. Le insistió la hormiga.

  • No quiero moverme, odio todo. Contestó la oruga.

  • ¿Alguien te hizo algo? Preguntó la hormiga.

  • No sé, no quiero nada. Terminó la oruga.

La hormiga se acercó más y le platicó un poco de ella. 

-¿Sabes? A mí me gusta cooperar, siento que así aporto algo a todos, yo aprendo de los demás y los demás aprenden de mí. No todos somos expertos en algo pero si vas adquiriendo conocimiento de los demás. Vas formando alianzas o redes que pueden apoyarte más adelante. Déjate ayudar y tú brinda u ofrece ayuda a quien puedas. 

Y se alejó la hormiga para seguir buscando su cubito de azúcar o llevar algo a su equipo.


Más tarde la oruga quiso levantarse y vio que le salieron alas, algo que ella no sabía que le iba a pasar, le dio miedo y comenzó a morderlas. Sangró y sangró, le dolía y comenzó a llorar por horas y horas. Su llanto se escuchaba a lo lejos por lo que acudió una mariposa.


  • Hola ¿qué hiciste? Ahhh ¿por qué?- Gritó la mariposa al ver la escena.

  • Me odio, dijo la oruga.

  • A ver espera, oruga. Las alas no son para que las muerdas son para volar. Te haces daño si las muerdes y son parte de ti, tal vez desconozcas tus cambios pero son parte de lo que eres. Debes aceptar que te saldrán alas y que son incómodas al principio, sin embargo, ellas te ayudarán a conocer el mundo. ¿Acaso no quieres volar?

  • Si si quiero - dijo la oruga.

  • Muy bien, ese es el primer paso para aprender a volar, querer. Ahora el segundo paso es amar tus alas, cuidarlas y sentirlas parte de ti, poco a poco comenzarás a moverlas y elevarte. Lleva tiempo esto, recuérdalo por favor. Le dijo la mariposa tranquilamente a la oruga.


La oruga aceptó y comenzó su curación, a veces le dolían las alas, a veces sentía que se movían y se alegraba. La mariposa iba de vez en cuando a ver a la oruga para cerciorarse de que estaba yendo bien.


Poco a poco la oruga comenzó a transformarse más y más en mariposa, pasaron días, semanas y meses y sus alas crecieron hermosas. La oruga/mariposa comenzó a explorar más allá de su hoyo, a veces hacía viajes cortos saludaba a algunos personajes que ya eran sus amigos, comenzaba la charla con nuevos animales como los colibríes, las ranas o las arañas.Un día pensó en un viaje largo, más allá de dónde había ido, aunque sabía que podía haber riesgos quería saciar su curiosidad. Se armó de valor, acomodó su hoyo para dejarlo y elevó sus alas.


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