Relato de una mañana
Son las 8:15, la chica de
chamarra blanca y pantalón negro abre su bolsa y saca su celular ve la hora y
piensa: “Llevo 20 minutos aquí”, voltea a ver a su alrededor y encuentra muchas
mujeres paradas esperando que llegue el tren dentro de la estación del metro.
A esa hora de la mañana se
acostumbra dividir entre hombres y mujeres, la chica de chamarra blanca y
pantalón negro opta por respetar la señalización, sin embargo, hay mujeres que
van del lado de los hombres porque van
con su novio, o esposo, o amante, o amigo
o tienen la idea de que “de lado de los hombres no me golpean tanto, hasta unos
te protegen, de lado de las mujeres te avientan, golpean y peleas por un
espacio”.
Vuelve a mirar la hora del
celular y sabe que ya lleva 30 minutos desperdiciados, en eso escucha que se
acerca el tren, se siente la presión del sonido y del aire, lo ve pasar frente
a sus ojos. Sabe que no tendrá oportunidad de subir, ya que los primeros
vagones van muy llenos de hombres, y en efecto, cuando se abre la puerta que
tiene enfrente, sólo puede ver la masa de personas, aprisionadas unas con otras
con cara de malestar y de ansiedad, se siente un ambiente muy caliente, no baja
nadie así que no puede subir, a menos que haga lo que las personas aventureras
o desesperadas hacen: empujar con toda su fuerza a las 20 personas que están
dentro justo en la puerta , ya sea con sus caderas, sus hombros, ayudándose de los pies, de las
puntas de los pies y al mismo tiempo siendo ayudada por los hombres o mujeres
(según fuera el caso) que están fuera y ya ven como diversión empujar a los
necios en querer subir.
Se escucha el aviso de cierre de
puertas, pero las puertas se quedan entreabiertas y los focos arriba de ellas prendidos, señal
de que no pueden cerrar ya sea porque hay una persona obstruyendo, o quizá la
mochila de alguien, la pierna de alguien, los dedos de alguien. Se pierde casi
1 minuto en ese proceso. Por fin cierran todas las puertas y el tren avanza.
Sólo le queda esperar en promedio
2 minutos para el siguiente tren que al llegar muestra las mismas características
del anterior. Y así podría pasar la chica de la chamarra blanca y pantalón
negro horas, así que decide regresar algunas estaciones. No sin antes, percatarse
de que arriba un tren vacío muy lentamente, no se detiene en la estación, continua su marcha,
¿el destino? La estación que haya decidido la persona que monitorea la red del
metro.
Así son la mayoría de las mañanas de la chica
de la chamarra blanca y pantalón negro.
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