Mi experiencia en las elecciones o de por qué soy de izquierda

Todo comenzó hace años cuando no tenía conciencia política o en otras palabras, tenía muchísimo menos interés en la política de nuestro país que hoy en día. Estaba en la secundaria cuando escuchaba a mi abuelo decir que el Gobierno no hacía su trabajo, no había empleo, subían los productos de la canasta básica y el salario era muy bajo, por lo que no alcanzaba “ni para comer”. La verdad, yo si comía, a veces mis papás me compraban juguetes si sacaba buenas calificaciones, salíamos de vacaciones una vez al año en especial en diciembre, nunca supe si alcanzaba el dinero o no, teníamos un coche y asistía a la escuela como todos los niños de mi edad.
Pues bien ése era mi contexto, cuando un día me enteré por la televisión de que Luis Donaldo Colosio candidato del PRI había sido asesinado en un acto proselitista en el norte del país, específicamente en Tijuana. Creo que fue la primera vez que sentí pena por un político, se veía que era buena persona, que deseaba un cambio en el país, en su partido y además los ciudadanos lo seguían mucho (eso escuché en la televisión y leí en algunos periódicos).
Ahora sé que lo que me llegó a los oídos fue gracias a la exposición mediática del tema, los medios de comunicación junto con el PRI, lo hicieron un mártir y su bandera para los consecuentes discursos políticos.
Tiempo después entré a la Universidad y gracias a mi maestra de Géneros Periodísticos, quien nos exigía leer por lo menos 3 fuentes diariamente y nos hacía exámenes de noticias cada mes, inicié mi gusto por el periódico El Universal (hasta ése momento mi papá sólo leía el Ovaciones), el Financiero y a veces El Economista o La Jornada. Además, la profesora nos dejaba ver y hacer un resumen de varios programas de debate como Primer Plano en canal 11 todos los lunes y algún otro que considerara bueno para nuestra formación periodística.
Así transcurría mi vida universitaria, pero obviamente mi tendencia comenzó hacia la izquierda sobre todo por la información que adquiría al leer y platicar con los compañeros marxistas. Llegó el tiempo electoral y yo ya estaba harta del PRI por más de 70 años, escuchaba todo era culpa del PRI, desempleo, pobreza, inseguridad (claro no al grado como  hoy en día), nula oportunidad para los jóvenes, corrupción, sindicatos que sólo sirven al Gobierno, en fin cosas que seguramente ya saben queridos lectores.
Y de pronto apareció un señor con botas, bigotón, con una sonrisa y con sus dichos populares convenciéndome de que sacaría al PRI de Los Pinos y que lo ayudáramos con nuestro voto para lograr juntos el cambio.
Bastará decir que la idea era justo lo que yo quería, y claro apoyé al candidato, en ése entonces no me importó que fuera del PAN, yo sólo sabía que México necesitaba un cambio y como Vicente Fox lo prometía, no dudé en darle mi voto.
Recuerdo que el día de las elecciones, fui con mi papás y mi hermano a la casilla de votación, entré primero, detrás mi mamá, me dieron mi boleta y crucé el partido PAN (con todo y sus alianzas en ése entonces con el PVEM), elegí como jefe de Gobierno al candidato del PRD porque me parecía que hacían buen trabajo aquí en el DF y las demás boletas no recuerdo a quien elegí.
Ya por la  noche, recuerdo que estaba viendo la televisión y me gustaba pensar que gracias a mi voto en conjunto con los demás “sacaríamos al PRI de Los Pinos”, así que seguía los resultados preliminares por Televisa o TV Azteca. Total que ya más avanzada la noche, por fin dijeron que Vicente Fox había ganado y me alegré sin pensarlo o dudarlo tan siquiera un poco.
Y bueno, con el paso del tiempo o mejor dicho de los años, me dí cuenta tristemente de cada tropezón de Vicente Fox, al casarse con Martha Sahagún, al elegir a sus secretarios, al leer de sus impertinencias durante viajes y protocolos, sus frases fuera de lugar en reuniones importantes, sus gastos excesivos (recuerdo el caso toallagate), entre otras. Al principio pensaba o trataba de justificar diciendo “¿cómo va a mejorar las cosas en 3 años? El PRI estuvo 70 años, hay que darle tiempo”.
Pasaron los años y nada de nada de cambio, todo siguió igual, salarios bajos, desempleo, pobreza, algunos casos de éxitos, más enriquecimiento en poca gente, privatizaciones, en fin cosas por el estilo. Así pensé que para la próxima elección elegiré al PRD, a ver si así si hay un cambio.
Llegó la contienda electoral del 2006 y yo ya no quería seguir escuchando de los panistas, ni mucho menos de los priistas, así que me pareció bueno el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador. Seguí su campaña y sus propuestas, aunado a lo que había realizado previamente en el DF, sinceramente me pareció la mejor opción. Los ánimos estaban divididos, los que querían al PAN y la continuidad del “cambio” que había significado y los que buscamos otra opción, cabe señalar que nunca pensé en anular mi voto (eso me parece conformista no porque vean una boleta en blanco los políticos van a cambiar de actitud, si cambiamos de partido podría surgir un pequeño cambio en ellos, al menos eso considero más posible) así que  vote por AMLO en el 2006.
Pero gracias al sistema electoral que por obvias razones había llegado Luis Carlos Ugalde, se dijo que ganó Felipe Calderón. Al principio me pareció un robo a AMLO, luego vino la desilusión y finalmente el conformismo, mis esperanzas estaban destruidas. Y no voy a negar que en los primeros años del Gobierno de Calderón, si les reclamaba abiertamente a los que admitían haber votado por el PAN, pero pues con el paso del tiempo, vi que ya no tenía caso.
Ahora estoy nuevamente frente a una elección, y continúo con la idea de que AMLO es la mejor opción junto con el PRD para hacer realidad ese cambio que he buscado en las 2 contiendas electorales previas. He leído sus mensajes en los actos proselitistas, me pareció bueno lo de la ayuda a los viejitos, lo del seguro popular, además sus propuestas para los que serían sus secretarios me parecen correctos, en fin, me siento identificada con lo que propone.
Ya sé que todos los políticos son iguales (habrá 1 o 2 que en realidad quieran cambiar y beneficiar al país) pero si estoy convencida de que hay que mostrarles a los partidos políticos que los ciudadanos tenemos voz y voto, cambiar de partido político en el Gobierno sería una buena forma y democrática de advertirles que aunque no somos violentos (como en Egipto o Siria) podemos expresar nuestra aprobación o en su caso desaprobación a su forma de gobernar el país.

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